Muerte Cerebral

Perdido en el reflejo de la oscuridad. La veía caminando, confundida, sudando y en secreto extrañando, tan fuerte y como el primer día.

Me deshago cuando observo como voltea arriba, para ver el cielo, aguantando lágrimas, lanzando poesía que yo leería, en frente de todas las versiones de su cabeza, las más feas, las inventadas, las que en las noches se la comen viva.

Quiero meterme en cada uno de sus sueños, pero al despertar siempre moriría. Con señales le recuerdo que es eterno, que en el tiempo todavía estamos abrazados, escuchando al viento y llorando de felicidad contemplando la eternidad.

La odio, cuando no se ama. Cuando regresa al lugar que le deja vacía y drenada. ¿Por qué te gusta estar marchita? ¿Cuál es el gusto por dejar pedazos de tu alma en trampas para rata? Me gusta verte entre rosas por la ventana, cuando sonríes y cuando de mí hablas. La pasión que emanan tus ojos cuando mencionan algo que amas. Las madrugadas, entre humo y carcajadas.

Arrastrando palabras por el centro de la ciudad y no tienes idea de con quienes andas. Cuando el sol está por devorar la oscuridad, yo me encuentro cuidando tus tambaleantes pasos y trazando el camino donde  nuestras miradas se encontraran, y por fin disfrutar tu índigo ocaso.

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